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Placer y sexualidad para ellas y ellos, todas las zonas erógenas

Somos muy de tocar. No de que nos toque la lotería (aunque ojalá), más bien de tocar cuerpos, de acariciar, de apretujar, y también de dejarse toquetear cuando no estamos solos. Y toca que te toca, al final consigues afinar y encontrar las mejores zonas para despertar el placer de tu sexualidad y de la del otro. Así que, barra libre de caricias hasta recorrer cada centímetro de la piel y que podamos memorizar cada uno de sus pliegues. Tenemos un sinfín de zonas erógenas a las que en muchas ocasiones no prestamos la atención que deberíamos para disfrutar más de nuestros resbalones. Además, hay diferencias entre las zonas de que consiguen excitar a hombres y mujeres, así que vamos a repasarlas (o quizás a descubrirte algunas que ni siquiera conocías).

Para empezar, vamos a hablar de la zona erógena más grande para ellas y para ellos; la piel. Un buen masaje, una caricia en el lugar exacto y nuestras sensaciones se disparan. Se suele asociar un masaje sensual y suavecito como un preludio al sexo con razón. Si el masaje lo da la persona adecuada y lo hace con tacto, la lujuria es casi inevitable. ¿Quién se puede resistir a una ráfaga de caricias?

Conocerse para disfrutar el placer y la sexualidad

Otro aspecto importante es conocer nuestro propio cuerpo, experimentar y descubrir que zonas nos excitan más y cuáles no tanto. Porque existen verdades universales, pero al final cada persona es diferente y tiene distintas preferencias. Por eso es importante, cuando se trata de relaciones de pareja, hablar con sinceridad y comentarle a la otra persona lo que te gusta, lo que no, lo que te gustaría sentir… No pidamos que el otro adivine, si le hacemos un manual de instrucciones, ¡lo tendrá más fácil y nos lo pasaremos mejor!

Habitualmente asociamos las zonas erógenas con aquellas donde hay más terminaciones nerviosas, lo que significa que también hay más sensibilidad. Y las solemos dividir entre las primarias, que son los genitales y las secundarias, que estarían en el resto del cuerpo.

Para las mujeres, el clítoris es la principal zona erógena. De hecho, su única función a nivel fisiológico es la de dar placer sexual, gracias a la infinidad de terminaciones nerviosas que concentra. Si está ahí para eso, ¡habrá que usarlo! La otra zona primaria es la vulva. Entre las secundarias destacan los labios, los pechos, el cuello, la nuca, las orejas (los lóbulos, concretamente) y los muslos en su parte interna. Hay a quien le excitan las caricias en otras zonas, como vientre, espalda o costado.

Al final, el placer y la sexualidad no se pueden encuadrar en una receta única que nos haga seguir un orden de zonas erógenas determinado a estimular. Hay que fluir, adaptarse al momento, disfrutar de la improvisación y, sobre todo, practicar. La práctica hace al maestro, también en este caso.